domingo, 28 de marzo de 2010

ESTE CAMINO NO ES DE ALTA VELOCIDAD







Benínar la bien "guarnida"
en los brazos de la aurora,
en apriscos de olivares,
en fortaleza de roca...,
reclinada y "adormida",
como una princesa mora,
oyendo el cantar del río
y los trinos de la alondra.
¡Tan pequeña y bonita
sonriendo como novia,
al sueño de la luna
y al vuelo de la paloma!
De tu mirar nace el lirio,
de tu suspiro la rosa,
de tu sonrisa el jazmín,
de tu latir la amapola
¿Qué deseas?
¿Por qué meditas?

Los misioneros españoles introdujeron esta danza en el siglo XVI con fines de evangelización. Es la danza más difundida en el país y la que mayores influencias ha generado en otras danzas que giran en torno al mismo tema: el enfrentamiento entre los españoles cristianos y los árabes que ejercieron su dominio sobre los pueblos españoles durante casi ocho siglos. En España se tiene el registro de su primera presentación en el siglo XII, en tanto que en México, Bernal Díaz del Castillo menciona que yendo el conquistador Hernán Cortés hacia Las Hibueras, se le recibió en Coatzacoalcos con una gran fiesta que incluía “…ciertas emboscadas de moros y cristianos.” Este hecho debió suceder entre finales de 1524 y principios de 1525, apenas tres o cuatro años después de la Conquista de México.


RECETA PARA MOROS Y CRISTIANOS

Ingredientes para 5 personas:
* 2 tazas de caraotas negras (frijoles),
* 3 tazas de arroz,
* 100 gramos de tocineta rebanada,
* 6 dientes de ajo,
* 1 cebolla regular,
* 1 ramito de cilantro fresco,
* 1 pimentón,
* aceite,
* sal y pimienta al gusto.

Preparacion: El día anterior, poner a remojar las caraotas. Al día siguiente: escurra los granos y póngalos a ablandar en suficiente agua con la mitad de la cebolla y la mitad del pimentón. Una vez que los granos se ablanden retírelos del fuego, cuélelos y reserve, tanto el líquido como las caraotas. En un caldero limpio ponga sofreír la tocineta picada con el ajo, cebolla, pimentón y cilantro picadito, agregando un chorrito de aceite. Cuando el sofrito ha soltado todos sus aromas, agregue 6 tazas del caldo, completando con agua si no le alcanza, sal y pimienta al gusto. Cuando rompa el hervor agregue el arroz y las caraotas, remueva suavemente, deje que se consuma el líquido, tape y baje la llama al mínimo hasta que el arroz esté completamente cocido.

Llámense Moros y cristianos, Fallas, Sanjuanes, Magdalenas, aquí donde vivo todo es uno y lo mismo. No dudo que se deba a haberme criado en jardín de sobreabundancia, en la tierra de las flores, de la luz y del amor; y de la fiesta, qué fantástica, fantástica esta fiesta, qué fantástica, fantástica esta fiesta, esta fiesta en la que yo te di mi amor. Pero además de la sobreexposición o la repugnancia estética hacia los disfraces y las verbenas existen razones etnológicas, o más bien sociológicas, que el niño que está solo y observa acaba identificando, y el adulto elabora. La exaltación del gregarismo que diluye la responsabilidad individual, la sustitución de la voluntad por el “espíritu del pueblo”, la desaparición momentánea de una realidad casi insoportable por una fantasía reconfortante, la recuperación de los roles tradicionales del “hombre-hombre” de café, copa y puro, y de la mujer modelo de belleza, madre y esposa, y la integración-adoctrinamiento de los niños. ¡Qué fantástica esta fiesta!

Los españoles que querían transmitir su cultura, religión, y visión del mundo a los habitantes de las Américas conocían bien el poder de la pantomima y de la escena. Durante años los religiosos habían diseminado sus valores y conocimientos a través de escenificaciones de contenido religioso. Gracias a la eficacia del método para 1700 habían impuesto su cosmovisión en América. Ayudó a este proceso el hecho de que muchas de las ceremonias religiosas autóctonas eran también teatrales y colectivas.

La batalla de moros y cristianos poseía un carácter de celebración de victoria para los cristianos pero, al mismo tiempo, era un constante recordatorio que mantenía viva la lucha por una forma de vida y una fe a través del tiempo y del espacio.

La indumentaria de la danza, utiliza una mezcla de culturas; oriental, española e indígena: capas de satín brocado o terciopelo, adornadas con fleco o espejos, pantaloneras amplias de corte diagonal, turbante adornado con flores, cuentas de pepelillo, mascada de seda, vara de mando, bostas con espuelas que se hacen sonar al ritmo de la música, son un ejemplo del atuendo utilizado en algunas regiones del país.

El rey encabeza el desfile. En fila van los guerreros rojos y al otro extremo marchan los guerreros azules.

Cuando inician el baile, gritan y animan al combate y los tambores suenan para alertar a los combatientes.

Los hombres danzan en señal de que deben desplazarse para enfrentarse al enemigo.

Los reyes dialogan y los guerreros agitan sus machetes.

Uno de los personajes simboliza al diablo que demuestra que ha perdido la partida.

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